BIBLIOGRAFÍA
ARISTÓTELES nació en Estagira de Tra¬cia en el 384 ó 383 a.C. Su padre, Ni¬cómaco, era médi¬co de la corte de os reyes de Mace¬donia. A los 17 años fue enviado a
Atenas a estudiar en la Academia de PLATÓN, donde permaneció hasta la muerte de éste.
En el 347 a.C., al morir PLATÓN, ARISTÓTELES abandonó Atenas, según algunos por desacuerdos con Es¬peusipo -sobrino de PLATÓN-, que se quedó al frente de la Academia y acentuó los rasgos pitagóricos de la misma. Viajó primero a Assos de Tróade, donde se casó con Pythia, sobrina e hija adoptiva del tirano-fi¬lósofo HERMIAS, también discípulo de la Academia. Unos años después pasó a Mitilene en la isla de Lesbos. En ambas ciudades fundó su escuela con una clara orientación empírica. Éste es un periodo interesante para su producción científica y filosófica, por sus investigaciones biológicas.
En 336 a.C., ARISTÓTELES marchó a Estagira -su ciudad natal- donde ac¬tuó como legislador, y un año des¬pués a Atenas donde fundó una nue¬va escuela, el Liceo (que recibió este nombre por su proximidad a un tem¬plo de Apolo Licio), conocida tam¬bién con el nombre de PERIPATO (del griego "perípatos", que significa 'pa¬seo'), pues sus miembros discutían paseando por una galería cubierta.
El Liceo era todavía más parecido a una universidad tal como las conoce¬mos hoy que la Academia platónica. Tenía una biblioteca y un cuadro de profesores que impartían clases con regularidad y se dedicaban al estu¬dio e investigación. Contaba con el apoyo económico de Macedonia, ya que es la época de la dominación macedónica en Grecia.
Aristóteles fue maestro de ALEJANDRO MAGNO. Al morir este en el 323 a.C., se produce una reacción contra el dominio de Macedonia. ARISTÓTELES es acusado de "impiedad", sospechoso de colaboración con el poder macedónico.
Huyó de Atenas a Calcis, en la isla de Eubea, donde tenía una propie¬dad heredada de su madre, "para que así los atenienses no pecaran por segunda vez contra la filosofía", según cuentan que dijo recordando la muerte de SÓCRATES.
Allí murió a los 62 años de edad, no sin antes haber conocido una nueva derrota de Atenas frente a Macedonia.
FILOSOFÍA ARISTOTÉLICA
ARISTÓTELES, en su filosofía, parte del Platonismo, aunque pronto empezará a marcar distancias con respecto a éste, para terminar adoptando una postura crítica frente a la filosofía de PLATÓN.
Su desacuerdo con PLATÓN afecta, en primer lugar, a la teoría de las Ideas, pues considera que las cosas individuales –que son sólo reflejo del mundo de las Ideas– constituyen la verdadera rea¬lidad. En segundo lugar, y como consecuencia de lo anterior, a la teoría platónica del conocimiento, pues admite la validez del cono¬cimiento sensible como punto de partida de todo conocimiento.
ARISTÓTELES coincide en muchos temas con PLATÓN: la organiza¬ción del saber, la realidad física, el hombre en sus aspectos indivi¬dual y social, las cuestiones éticas y políticas, el problema del co¬nocimiento. Pero siempre los trata desde una perspectiva diferen¬te.
El cambio de perspectiva se debe, en gran medida, a la influen¬cia que tuvieron en su sistema los estudios del mundo animal –biología– llevados a cabo mediante investigaciones de tipo empí¬rico, sistematizadas en los escritos de historia natural. Según PLATÓN, estos estudios habrían pertenecido a la esfera de la opi¬nión y no a la de la ciencia.
La orientación empírica de ARISTÓTELES se manifiesta tam¬bién en el terreno de la investigación política, como lo muestra la recopilación que realizó de 158 constituciones de Estados de su tiempo, con la finalidad de elaborar una teoría política.
La importancia concedida a este tipo de investigaciones presu¬pone el rechazo de la Dialéctica platónica como grado supremo de conocimiento y ciencia de la "verdadera realidad", sustituyéndola por un nuevo instrumento de conocimiento que es la lógica.
La clasificación de las ciencias
ARISTÓTELES, a diferencia de PLATÓN, entiende la universalidad de la ciencia como el resultado de la conjunción de todos los sabe¬res. El saber está articulado en diversas ciencias particulares y autónomas. El conjunto de todas ellas constituye la ciencia: el co¬nocimiento de todos los aspectos de la realidad.
Partiendo de que la ciencia abarca la totalidad de lo que hay, la necesidad de clasificar tan diversos objetos da lugar a la aparición de las diversas ramas de la ciencia o ciencias particulares.
En función de este criterio, ARISTÓTELES establece tres grupos de ciencias:
- Teoréticas o especulativas, que tienen por objeto alcanzar el conocimiento teórico de la realidad: la física o filosofía se¬gunda; la matemática, y la filosofía primera o teología (que más adelante recibirá el nombre de metafísica),
- Prácticas, que se ocupan de la acción humana individual o social en cuanto se dirige a conseguir algún fin. Son la ética y la política,
- Poéticas, que se ocupan de la producción de cosas y son las distintas artes, como la poética o la retórica.
ARISTÓTELES, que rechaza la dialéctica platónica como método de acceso al saber y es consciente de la necesidad de un instrumen¬to para el trabajo intelectual, funda la lógica como instrumento al servicio de todas las ciencias. Distingue dos clases de lógica:
- La lógica formal, técnica que se ocupa de las leyes y reglas del razonamiento, en particular del silogismo.
- La lógica material, entendida como medio de acceso a la realidad misma. En ella se ocupa de los problemas de la definición y la demostración.
FILOSOFÍA PRIMERA O METAFÍSICA
De entre todas las ciencias, la filosofía primera (o teología, o metafísica) es para ARISTÓTELES la ciencia de las ciencias. Si cada ciencia particular se ocupa de estudiar una parcela del reino del ser, la filosofía primera estudia el ser en cuanto tal, es decir, los aspec¬tos del ser que son comunes a todos los seres. Es una teoría de las causas y principios del ser, de lo que hace que las cosas sean.
El concepto de ser
ARISTÓTELES, a diferencia de PARMÉNIDES y PLATÓN, admite que lo que nace y muere puede recibir el nombre de "ser". Esto se debe a que no entiende el ser como un concepto unívoco, que tiene como opuesto el "no-ser", sin más. No es tampoco un concepto equívoco, que tenga significados diferentes, sino un concepto análogo, que se puede aplicar con ciertos matices a las distintas cosas que en¬contramos en el universo, porque, aunque de modo diferente, to¬das las cosas "son".
Sustancia y accidente
Para ARISTÓTELES hay, pues, distintos modos de ser. Así como pa¬ra PLATÓN eran las ideas las que constituían la verdadera reali¬dad, para ARISTÓTELES lo realmente existente son los seres singu¬lares (entelequias o sustancias). Así, todo lo que existe es o sus¬tancia o cosas que afectan a la sustancia, los accidentes.
Para hacer este análisis parte del modelo de la proposición lin¬güística: 'S es P'. El sujeto se corresponde con la sustancia mien¬tras que el predicado, lo que se dice del sujeto, corresponde a los accidentes. Ambos conceptos son descritos y definidos por ARISTÓ¬TELES de diversas maneras:
Entiende, en primer, lugar por sustancia aquello que existe en sí y no en otro. Cumplen esta condición los cuerpos sim¬ples (tierra, agua, aire y fuego) y los compuestos de éstos. También llama sustancia ARISTÓTELES a la esencia de cada cosa, que es lo que se expresa en su definición.
La noción de accidente es correlativa a la de sustancia: aquello que existe en la sustancia.
La necesidad que tienen los accidentes de "darse" en una sustancia impide que puedan existir separados. Aunque aportan determinados aspectos a la sustancia, su desapari¬ción no modifica esencialmente la cosa individual.
Esta distinción entre sustancia y accidente va a permitir al fi¬lósofo explicar el problema del cambio y el movimiento en los seres.
Ser en acto y ser en potencia
Aristóteles distingue entre ser en acto y ser en potencia:
- Ser en acto (energía, entelequia) significa para él lo que un ser es de hecho, aquí y ahora. Por ejemplo, este árbol es un ser en acto.
- Ser en potencia (dynamis) significa la capacidad de llegar a ser algo que todavía no se es, pero que se puede ser. Por ejemplo, una semilla es un árbol en potencia.
Con este modo de "ser potencial" salva la dificultad parmení¬dea: el ser en acto no procede del no-ser, sino del ser en potencia. De acuerdo con PARMÉNIDES en que del no-ser no se hace nada, ARISTÓTELES va más allá al afirmar que hay un modo de ser inter¬medio que es el ser en potencia. Esto le permite explicar el movi¬miento como el paso del ser en potencia al ser en acto.
Así, por ejemplo, un bloque de mármol no es, evidentemente, una estatua, pero podría llegar a serlo si un escultor se lo propu¬siera. Luego podemos afirmar que el tal bloque de mármol, aún no siendo una estatua en acto, lo es en potencia, puesto que existe la posibilidad de que adquiera dicha forma. De este modo, el cambio es posible y consiste en la realización o actualización de aque¬llo que existe en potencia.
LA EXPLICACIÓN DE LA NATURALEZA
Para ARISTÓTELES, la naturaleza comprende todos los seres na¬turales dotados de movimiento. Su explicación la desarrolla en la física, ciencia especulativa que tiene por objeto el estudio de las realidades sometidas al cambio y que se diferencia de las matemá¬ticas en que éstas se ocupan de entes abstractos sin existencia real y carentes de movimiento.
ARISTÓTELES aborda el estudio de la naturaleza examinando las causas que producen cualquier hecho o fenómeno. De ahí la importancia del concepto de causa, que ARISTÓTELES explica en los libros primero y quinto de su Metafísica.
EL CONCEPTO DE CAUSA
ARISTÓTELES llama causa al principio del cual algo procede. To¬mando como modelo el proceso de producción humana, entiende que para explicar todo lo existente es necesario recurrir a cuatro causas o principios:
Causa material: aquello de lo que algo está hecho.
Causa formal: aquello que hace que una cosa sea tal cosa y no otra. Es la esencia o forma.
Causa eficiente: es el agente o productor de la cosa.
Causa final: aquello que mueve al agente a actuar, el fin por el que se hace algo.
La concurrencia de estas cuatro causas es necesaria para que se dé un ser cualquiera, aunque las dos principales y básicas en la constitución de un ser son la material y la formal.
Además, entre estas dos, la causa formal tiene un especial re¬lieve, ya que es la que determina lo que una cosa es, y, por otra parte, permite definirla. En este sentido recibe el nombre de "esencia" y determina las actividades propias y específicas del ser. En cierto modo, estas "formas" aristotélicas recuerdan las "Ideas" de PLATÓN, con la diferencia de que éstas pueden existir por sí mismas, separadas de las cosas a las que sirven de modelos, mien¬tras que, para ARISTÓTELES, la forma sólo se da junto con la mate¬ria formando seres concretos e individuales, como piedras, árbo¬les, casas o seres humanos.
LA TEORÍA HILEMÓRFICA
Tanta importancia tienen estas dos causas en la explicación de los seres, que, a partir de ellas, ARISTÓTELES elabora su teoría funda¬mental del ser o hilemorfismo –que deriva del griego hilé que significa 'materia' y morfé, 'forma'–. Según esta teoría, todos los seres están compuestos de materia (hilé) y forma (morfé). Mate¬ria y forma no son propiamente realidades separadas, sino aspec¬tos que nuestra mente es capaz de distinguir en las cosas.
La materia y la forma son, pues, las causas o principios de las sustancias naturales y, en este sentido, tanto la materia como la forma serían "naturaleza", aunque ARISTÓTELES diga que la for¬ma es más naturaleza que la materia. La razón de esta superiori¬dad es que la materia es pura pasividad, mera capacidad de reci¬bir formas, poder ser algo y, en cuanto tal, es "potencia". La for¬ma, por el contrario, nos muestra lo que la cosa es en un momento dado, lo que actualmente es, lo que es en "acto".
Es la composición "hilemórfica" de los seres la que permite a ARISTÓTELES explicar el cambio y conciliar lo permanente y lo cambiante, la unidad y la multiplicidad de los seres.
ARISTÓTELES sostiene que la imposibilidad que tuvieron los primeros filósofos de explicar el nacer y el perecer en la naturale¬za se debió a que recurrieron a un solo tipo de causa. Así, TALES al hablar del agua o ANAXÍMENES, del aire, reducían lo existente a un principio material; EMPÉDOCLES recurrió a una causa eficiente (amor y odio); los PITAGÓRICOS y PLATÓN a la causa formal (los números y las Ideas, respectivamente), y ANAXÁGORAS, al pregun¬tarse por el plan según el cual el "nous" pone en movimiento la mezcla total, parece que se interesó por la causa final.
También es relevante, en la teoría aristotélica, el papel que juega la causa final en la explicación de la naturaleza. Ésta es concebida como teleológica o finalista: para ARISTÓTELES, todo ser se dirige o tiende a la realización de su propio fin. Doc. 5
Finalmente, cabe señalar que en los cambios que experimentan los seres naturales, tres de las cuatro causas coinciden; a saber, la formal, la eficiente y la final, dado que el agente del cambio es el pro¬pio ser cuyo fin es alcanzar su forma perfecta, es decir, su entelequia.
EL UNIVERSO SEGÚN ARISTÓTELES
En su obra Sobre el cielo, ARISTÓTELES expone las características del universo (cosmos), en el que distingue dos regiones diferencia¬das: el mundo sublunar, sometido al cambio y, por lo tanto, a la corrupción y formado por los cuatro elementos, fuego, agua, tierra y aire, y el mundo supralunar, perfecto, sin corrupción posible, y formado por una sustancia, éter o primer cuerpo, a la que los es¬colásticos llamarán quintaesencia.
Este universo es único, esférico, perfecto, finito en el espacio, pero no en el tiempo. Cada una de sus regiones tiene sus propias leyes, siendo distintas las del mundo sublunar, imperfectas, regi¬das por movimientos violentos, y las del supralunar, perfectas de acuerdo con el movimiento circular.
Este movimiento circular es, dentro del movimiento local, el único continuo. Pero como todo cambio requiere, para iniciarse, un principio o causa que lo produzca, hay que admitir la existencia de una primera causa o primer motor.
El movimiento de las esferas celestes, y con él el de todo el uni¬verso, se origina en un primer motor, que no es movido por ningún otro y que, por tanto, es inmóvil. Al no depender de ningún otro ser, este "primer motor inmóvil" es eterno, necesario, está separado de las cosas sensibles, carece de partes y es indivisible e inalterable.
Estas tesis, que se mantendrán durante toda la Edad Media, aunque haya que conciliarlas con la idea cristiana de creación, se¬rán objeto de discusión y rechazo cuando GALILEO establezca que la física celeste y la terrestre son idénticas.
ANTROPOLOGÍA ARISTOTÉLICA
El ser humano es para ARISTÓTELES un ser natural más, hasta el punto de que en su explicación también utiliza la teoría hilemórfi¬ca: el ser humano es un compuesto de materia y forma. La mate¬ria se identifica con el cuerpo y la forma con el alma.
Pero ARISTÓTELES entiende el alma como un principio de vida y como tal no es exclusiva del ser humano, sino atributo de la na¬turaleza animada. La teoría aristotélica del alma representa así una especie de animismo biológico, ya que reconoce, en todos los niveles de vida, unos principios vitales distintos a los cuerpos, que son las almas.
ARISTÓTELES distingue tres tipos de alma, que dirigen, respecti¬vamente, las actividades vegetativas, sensitivas e intelectivas en los seres vivos. Esta diferenciación de almas le permitirá explicar la escala de los seres vivos, ya que no todos poseen las tres almas. Considera que las dos primeras (vegetativa y sensitiva) están uni¬das necesariamente al cuerpo, mientras que el alma intelectiva es separable del cuerpo y, por ello, inmortal.
Los diferentes tipos de almas forman, pues, una serie tal que el tipo superior presupone siempre el inferior, pero no a la inversa. La forma inferior es el alma nutritiva o vegetativa, que ejerce las funciones de asimilación y reproducción. Es propia de las plan¬tas, mientras que, en los demás seres vivos, sus funciones están asumidas por los otros tipos de alma.
Los animales poseen alma sensitiva, que les permite tener percepción sensible, deseo, movimiento local y, en muchos casos, imaginación y memoria.
El grado superior en la escala lo ocupa el alma intelectiva, que a veces ARISTÓTELES llama entendimiento. Esta asume las funcio¬nes vegetativas y sensitivas, y además hace posible el pensamiento científico o conocimiento teórico, que busca la verdad en sí, y el pen¬samiento práctico, conocimiento que busca la verdad con miras al comportamiento práctico. De ahí que la actividad específica del ser humano sea la actividad racional y que sólo le sea dado alcanzar la felicidad por medio de una vida dedicada al cultivo de la razón.
ARISTÓTELES mantiene la concepción platónica del hombre co¬mo compuesto de alma y cuerpo. Pero en su explicación de la rela¬ción entre estos dos elementos difiere del maestro, ya que al apli¬car la teoría hilemórfica al hombre lo presenta como una unidad sustancial, un ser individual. El cuerpo y el alma son los princi¬pios o causas del ser humano: el alma se comporta como la forma y acto del cuerpo y éste es el elemento material y potencia.
RESPONDE:
1. ¿Cómo aplica ARISTÓTELES la teoría hi¬lemórfica al ser humano?
2. ¿Cuántos tipos de alma distingue ARISTÓTELES? ¿Cómo los denomina? ¿Cuáles son sus funciones?
3. ¿Qué diferencia a los animales de las plantas? ¿Y a los humanos de los ani¬males?
4. ¿Se puede hablar de inmortalidad del alma en la concepción aristotélica? ¿Por qué?
TEORÍA DEL CONOCIMIENTO
Para ARISTÓTELES, todos los seres vivos tienen algún tipo de cono¬cimiento de acuerdo con las funciones propias de cada uno de ellos. Distingue, así, varios niveles que van desde el mero conoci¬miento sensorial hasta el conocimiento intelectual.
Sin embargo, lo que realmente le interesa es responder a la cuestión de cuál es el modelo de conocimiento que permite la in¬vestigación científica, que es la actividad más característica del ser humano.
ARISTÓTELES recoge la herencia intelectualista de SÓCRATES y PLATÓN, que destacan la superioridad del conocimiento intelectual sobre el sensible. Pero a diferencia de PLATÓN, para quien éste úl¬timo es sólo un recuerdo de la realidad contemplada por el alma en su recorrido por el mundo de las Ideas, ARISTÓTELES parte de los datos que le proporcionan los sentidos.
Para él, la experiencia, el contacto con la realidad, es el pun¬to de partida de todo conocimiento. Descarta la preexistencia del alma y, por consiguiente, la posibilidad de que ésta haya contem¬plado lo que es. De aquí el alto valor que da a los sentidos. De ellos parte el conocimiento frente a PLATÓN, para quien son sólo instru¬mentos que abren la puerta del recuerdo.
CONOCIMIENTO SENSIBLE
El conocimiento sensible es el primer nivel de conocimiento que distingue ARISTÓTELES. Se da también en los animales. Es el nivel más elemental de conocimiento y su fundamento es la sensación.
La sensación es el ejercicio de la facultad sensible que permi¬te captar las cualidades de los objetos.
Este ejercicio se lleva a cabo a través de los sentidos. ARISTÓTELES distingue entre sentidos propios, especializados en un tipo de sensación: vista, oído, olfato, gusto y tacto, y un sentido común que subyace a todos los sentidos y permite realizar determinadas operaciones como captar tamaños, figuras, movimientos, etc.
ARISTÓTELES afirma que, en el ser humano, este "sentido co¬mún" permite coordinar a los demás sentidos y recibir los sensi¬bles comunes. El sentido común realiza una función unificadora, compara los diversos datos y los integra y conserva en forma de imágenes relacionadas con la memoria.
La imaginación juega un importante papel en el conocimiento humano, pues al posibilitar la reproducción mental de objetos per¬cibidos anteriormente en ausencia de los mismos permite, según ARISTÓTELES, el trabajo del entendimiento o capacidad de pensar y juzgar. Esta actividad se ve reforzada por la memoria, que per¬mite acumular y actualizar imágenes pasadas.
CONOCIMIENTO INTELECTUAL
El grado superior del conocimiento es el conocimiento intelec¬tual. Es una forma de conocimiento privativa de los seres humanos. Es llevado a cabo por el entendimiento, facultad discursiva, que opera desarrollando razonamientos y hace posible la ciencia.
Esta facultad permite establecer hipótesis y emitir juicios. Pa¬ra ello se apoya en las imágenes almacenadas, que, a su vez, pro¬vienen de sensaciones previas. De esta forma, la imaginación se convierte en intermediaria entre la sensación y el pensamiento, haciendo posible la opinión, la ciencia y la intelección.*
La ciencia, que siempre es verdadera, se establece por demos¬tración y tiene por objeto conocer el universal o concepto de las cosas, que el entendimiento agente obtiene por abstracción.**
Sin embargo, alcanzar los primeros principios no es tarea de la capacidad discursiva del entendimiento sino de la intuición inte¬lectual, que es infalible porque capta su evidencia.
EL PROBLEMA DEL ENTENDIMIENTO AGENTE
ARISTÓTELES distingue dos clases de entendimiento: uno activo, el "entendimiento agente" y otro pasivo, el "entendimiento paciente". Sobre el entendimiento paciente dice que hay que suponer que es como una tablilla en la que nada hay escrito hasta que el entendi¬miento agente "escribe" los inteligibles o conceptos universales de las cosas. Éste es el entendimiento que nos hace seres pensantes.
Pero, ¿cómo obtiene el entendimiento agente los conceptos universales que escribirá en el entendimiento paciente? A través de la abstracción, que es la capacidad que tiene el intelecto agente de separar o poner aparte las características o propiedades comunes a varios objetos, de tal forma que encuentra aquello que es “universal”, común a todos los sujetos de una misma especie. Esta idea universal es la que el intelecto agente escribe en el intelecto paciente, y es la que permite que, al encontrarse la persona con otros objetos de la misma especie que el primero, los reconozca como esencialmente iguales. Por ejemplo, la idea universal de “silla”, que puede ser aplicada a muchos objetos, cuyos accidentes sean distintos (color, tamaño, diseño) pero que, al fin y al cabo, se pueden reconocer como una silla.
ÉTICA Y POLÍTICA
Ética y política son, para ARISTÓTELES, aspectos inseparables de una misma realidad. Suponer lo contrario sería admitir que la vir¬tud y la felicidad de los individuos son posibles al margen de la vi¬da de la "polis" de la que el hombre, como animal político que es, forma parte por exigencia de su propia naturaleza.
De acuerdo con la clasificación de las ciencias que hace ARISTÓ¬TELES, ética y política son las dos ciencias prácticas que se ocu¬pan de las acciones humanas. En la ética parte del análisis de la naturaleza humana y en la política, del análisis de regímenes po¬líticos concretos.
La ética se ocupa de las acciones humanas en cuanto que condu¬cen al bien del hombre. Para determinar cuál es este bien, ARISTÓ¬TELES parte de la consideración del hombre como ser natural. To¬do ser natural se dirige a algún fin. Este fin consiste en la auto¬rrealización, por lo que puede ser definido como bien o perfección.
Sin embargo, frente a lo que ocurre en la naturaleza, en la vida social hablamos dé diversos fines de las acciones, los cuales se sub¬ordinan unos a otros. La discusión se establece entonces en torno a cuál sea el fin o el bien al que deban subordinarse los demás.
LA FELICIDAD COMO FIN DE TODAS LAS ACCIONES
Será preciso conocer en qué consiste el "bien" del hombre y cómo puede alcanzarse. Todos están de acuerdo en que el "bien supre¬mo" para el hombre es la felicidad. Ella es fin en sí misma y a lo¬grarla se encaminan todas las acciones del ser humano.
Lo que ya no es tan fácil es determinar qué sea la felicidad. Los hombres conciben la vida feliz de tres maneras distintas en fun¬ción de los bienes que se pueden desear: bienes externos (honores, fama, riqueza...), bienes del cuerpo (placeres) y bienes del alma (conocer las cosas bellas).
De entre las posibles actividades, ARISTÓTELES señala que es únicamente la actividad teorética o contemplativa la que puede deparar una vida feliz, porque es la única que se compagina con la naturaleza racional del ser humano. Ella es el más perfecto ejercicio de la más perfecta facultad humana.
Es cierto que esta felicidad constituye un ideal y como tal supe¬ra la finitud humana y crea una tensión en el deseo de inmortali¬dad. Por eso se conforma con una felicidad limitada, que necesita de ciertas condiciones (salud, bienes económicos, placer...) y, sobre todo, de la virtud para encauzar la parte irracional del alma.
LA TEORÍA DE LA VIRTUD
La virtud es la estrategia para conseguir la felicidad. Virtud y fe¬licidad aparecen así claramente relacionadas. ARISTÓTELES en¬tiende que hay dos tipos de virtudes: las dianoéticas, que se re¬fieren al entendimiento (el arte, el saber, la sabiduría práctica, la sabiduría teórica y la inteligencia) y las propiamente éticas, que van encaminadas a dirigir las acciones humanas (la valentía, el dominio de sí, la liberalidad, la magnanimidad, la mansedumbre, la veracidad, la amistad, la justicia, entre otras).
Al analizar qué sea la virtud ética, afirma que tiene que ser una de las cosas que afectan al alma: pasión*, facultad** o hábito. Según ARISTÓTELES, la virtud no puede ser ni una pasión ni una facultad, porque ni una ni otra hacen al hombre bueno o malo. Queda, pues, que sea un hábito. Por hábito entiende ARISTÓTE¬LES un modo de comportarnos bien o mal respecto de las pasiones y sólo en virtud de ello se nos llama buenos o malos.
Para definir la "virtud ética", ARISTÓTELES considera necesario explicar primero la noción de término medio. El término medio puede entenderse de dos maneras:
En relación con la cosa, como el punto equidistante entre dos extremos, es decir, la media aritmética.
En relación con el sujeto de la acción, como el punto de equi¬librio entre el exceso y el defecto en todas las acciones. És¬te no es el mismo para todos, sino que varía con cada indivi¬duo y depende de las condiciones, necesidades y capacidades de cada uno.
Este segundo sentido es el que toma ARISTÓTELES para definir la virtud como: "un hábito selectivo que consiste en un término me¬dio relativo a nosotros, determinado por la razón y según el uso que de ella haría el hombre prudente". La virtud es, pues, el térmi¬no medio entre dos vicios, el uno por exceso y el otro por defecto. Por ejemplo, la valentía es la virtud cuyos extremos viciosos serí¬an la temeridad y la cobardía.
LA FELICIDAD COMO AUTARQUÍA
Definida la virtud como un hábito, ARISTÓTELES definirá también la vida feliz como aquella que es conforme a la virtud.
Aunque ARISTÓTELES habla de diversos ideales de felicidad en relación con distintas formas de vida, considera la "autarquía" -capacidad de bastarse a sí mismo– como piedra de toque de la fe¬licidad. Feliz, en último término, sería aquel que como un dios "no necesita de nada ni de nadie".
El sentido práctico que inspira la ética aristotélica, sin embar¬go, no impide que, siguiendo las huellas de PLATÓN, postule el ide¬al del sabio consagrado a la actividad teorética (lo más elevado y "divino" que hay en el ser humano) como forma suprema de felici¬dad.
Si ARISTÓTELES afirma que la felicidad consiste en la actividad contemplativa, es porque esta actividad más que ninguna otra se ejerce de forma autárquica. Esta forma de felicidad constituye un ideal, pero mientras no alcancemos esta perfección o para quienes no sea posible alcanzarla, no son despreciables niveles interme¬dios de perfección o de felicidad que incluyen ciertos bienes exte¬riores, salud, placer con moderación, etc.
Además, aunque la situación ideal de la vida del hombre a la que apunta ARISTÓTELES haría de él un ser más que humano y, por lo mismo, autárquico hasta el punto de no necesitar vivir en sociedad, sin embargo el hombre en cuanto ser natural es un "ani¬mal político", es decir, social por naturaleza. Esto hace que la feli¬cidad humana sólo sea alcanzable en la ciudad.
LA TEORÍA POLÍTICA
ARISTÓTELES, fiel al modelo empírico que caracteriza su forma de investigación, parte, en la elaboración de su teoría política, de un riguroso análisis de 158 Constituciones escritas que recogían otras tantas formas de organización política concretas. A partir de ahí, tratará de encontrar soluciones a los problemas planteados en la "polis" griega, dejándose inspirar, más allá de toda idealización al estilo platónico, por un espíritu fundamentalmente realista y pragmático.
Considera el hecho de vivir en sociedad como algo connatural al hombre, subrayando la primacía de la "polis" –el marco de la convivencia política– por encima de otras formas de relación so¬cial, como la aldea o la familia. Doc. 13
Una gran parte de su obra La Política la dedica ARISTÓTELES a investigar el concepto de ciudadano y las condiciones y virtudes que exige ser ciudadano, y, sobre todo, a responder a la pregunta de cuál sea el régimen político mejor. Pues considera que lo que justifica moralmente una forma de organización política es que sirva al "bien común".
LA CIUDAD Y LOS CIUDADANOS
Para ARISTÓTELES, la forma natural de agrupación humana viene determinada en función de la capacidad para satisfacer las necesi¬dades de los hombres.
La "casa" es la comunidad primitiva que hace posible cubrir las necesidades básicas y cotidianas del hombre. Esta "casa" es lo que nosotros entendemos por "familia" en sentido amplio, ya que entre sus miembros se encuentran familiares con vínculos de sangre, pe¬ro también esclavos, es decir, la constituyen todos aquellos que vi¬ven juntos y forman en este sentido una unidad económica básica.
Pero sólo en la "ciudad" entendida en el sentido de la ciudad-Estado griega puede el hombre desarrollarse plenamente. Por eso, para ARISTÓTELES, el Estado es también una comunidad natural, en contra de la opinión de algunos sofistas que lo consideraban una creación convencional. El Estado es un todo del que el indivi¬duo, la familia y la aldea son sólo parte.
En su análisis de las relaciones sociales, pagará, sin embargo, un alto tributo a la mentalidad dominante de su época al justificar como algo exigido por la naturaleza la existencia de la esclavitud, aunque reconozca casos de esclavitud que son fruto de la violencia y admita que hay quien tiene alma de libre y cuerpo de esclavo o viceversa.
Porque lo que le preocupa determinar de esta institución natu¬ral es qué es lo que convierte un hombre en miembro de pleno de¬recho de la ciudad, es decir, en ciudadano: no se es ciudadano por habitar en un sitio determinado, dice ARISTÓTELES, pues los ex¬tranjeros y los esclavos también residen en la ciudad y no son ciu¬dadanos, ni tampoco por disfrutar de ciertos derechos. Ciudadano solamente es aquel que participa en la administración de la justi¬cia y en el gobierno de la ciudad. Esta participación del ciudadano en la administración de la justicia y en el gobierno está encamina¬da a alcanzar el fin propio de la ciudad, que es el bien común de los ciudadanos.
LOS REGÍMENES POLÍTICOS
ARISTÓTELES presupone que hay diversas formas de organizar la ciudad, las cuales pueden tener como objetivo conseguir el "bien común", y que todas ellas son rectas si cumplen esta función. Lo que descalifica a un régimen político desde el punto de vista ético es que no ejerza el poder en función del bien común. Para ARISTÓ¬TELES, todos los regímenes que se proponen el bien común son rec¬tos desde el punto de vista de la justicia absoluta, y los que sólo tienen en cuenta el beneficio de los gobernantes son defectuosos. Todos ellos son desviaciones de los regímenes rectos.
Considera que la existencia real de diversos regímenes políti¬cos depende de la organización social y económica de cada Estado. Según sea ésta, será diferente el régimen político que convenga al grupo social dominante.
La forma de gobierno ideal para ARISTÓTELES es una mezcla de "aristocracia" y "democracia", porque evita los extremos. En ella, los derechos políticos pertenecen a las capas de población libres, de situación económica media. Le da el nombre de politeia (repú¬blica): una república bien mezclada –nos dice ARISTÓTELES en La Política– debe parecer ser a la vez ambos regímenes y ninguno, y conservarse por sí misma y no por el exterior, y por sí misma no porque sean mayoría los que quieren este régimen (pues esa condi¬ción podría darse en un régimen malo), sino por no querer otro ré¬gimen ninguna de las partes de la ciudad en absoluto.
Esta solución viene a ser una democracia de clases medias, pues la clase media, en cualquier sociedad, suele comportarse co¬mo factor estabilizador, garantizando paz: la ciudad debe estar constituida de elementos iguales y semejantes en el mayor grado posible, y esta condición se da especialmente en la clase media, de modo que una ciudad así será necesariamente la mejor gobernada.
A pesar de la preferencia de ARISTÓTELES por ese tipo de régi¬men, se muestra partidario de un "posibilismo político" que le lle¬va a afirmar que el gobierno más conveniente es el que mejor se adapta a las características naturales de cada pueblo.
Extraído de “Phronésis, Vicen Vives”
martes, 29 de diciembre de 2009
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