Sus conocimientos y habilidades eran tales que los griegos lo consideraban como hijo de Apolo y decían que en su infancia las abejas habían anidado en sus labios como profecía de las palabras melosas que salían de ellos.
Platón fue discípulo de Sócrates en su juventud y de acuerdo a sus propias palabras, estuvo presente durante su juicio, pero no en su ejecución. El trato que Atenas dio a Sócrates afectó profundamente a Platón y mucho de sus primeros trabajos registran la memoria de su maestro. Se dice que muchos de sus escritos sobre la ética estaban dirigidos a evitar que injusticias como la sufrida por Sócrates volvieran a ocurrir. Después de la muerte de Sócrates, Platón viajó extensamente por Italia, Sicilia, Egipto y Cirene en busca de conocimientos.
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Platón también recibió influencias de otros filósofos, como Pitágoras, cuyas nociones de armonía numérica se hacen eco en la noción de Platón sobre las Formas; también Anaxágoras, quien enseñó a Sócrates y que afirmaba que la inteligencia o la razón penetra o llena todo; y Parménides, que argüía acerca de la unidad de todas las cosas y quien influyó sobre el concepto de Platón acerca del alma.
Platón murió en el
Obras filosóficas
Platón elige el diálogo como forma de expresión de su pensamiento; quizá como tributo a su maestro Sócrates a quién, por lo demás, convierte en interlocutor de prácticamente todos ellos; o quizá por el influjo de su época. Su obra se puede dividir en varios períodos, según distintos criterios, siendo una de las clasificaciones más aceptadas la cronológica:
1. Periodo de juventud o periodo socrático(de los 28 a los 38 años) (399-389) Los diálogos de juventud están dominados por los temas de carácter socrático, y en ellos Platón se mantiene fiel a lo enseñado por Sócrates. Son de esta época los viajes a Megara, Cirene, Egipto e Italia - Apología de Sócrates (el conocido retrato socrático del joven Platón)
- Critón (Sócrates en la cárcel sobre problemas cívicos)
- Laques (El valor)- Lisis (La amistad)- Cármides (La templanza)
- Eutifrón (La Piedad)
- Ión (La poesía como don divino)
- Protágoras: Sobre si se puede enseñar la virtud
2. Periodo de transición (de los 38 a los 41 años) (389-385) En éste período Platón vierte en sus diálogos algunas opiniones que no podemos considerar estrictamente socráticas, comenzando a introducir elementos de su propia cosecha, algunos de los cuales apuntan ya hacia la teoría de las Ideas. Tiene lugar en ésta época el primer viaje a Siracusa (Sicilia) a la corte de Dionisio primero y la amistad con Dión. El objeto del viaje fracasa, siendo vendido por Dionisio como esclavo en Egina y rescatado por un conciudadano. - Gorgias (Sobre retórica y política)
- Crátilo (Sobre la significación de las palabras)
- Hipias mayor y Menor (Sobre la belleza el primero, y sobre la verdad del segundo)
- Eutidemo (Sobre la erística sofista)
- Menón (Sobre la enseñanza de la virtud)
- Meneceno (parodia sobre las oraciones fúnebres) 3. Periodo de madurez (de los 41 a los 56 años) (386-370) En estas obras encontramos ya el pensamiento de Platón en toda su dimensión. La influencia de Sócrates es mínima, y el pensamiento que expresa en los diálogos responde estrictamente al pensamiento de Platón. Su actividad se centra fundamentalmente en la Academia en Atenas. - Fedón (Sobre la inmortalidad del alma, el último día de Sócrates en prisión)
- Banquete (Sobre el amor)
- República (Sobre política y otros asuntos: metafísicos, gnoseológicos, etc.)
- Fedro (Sobre el amor, la belleza y el destino del alma) 4. Periodo de vejez (de los 56 a los 78 años) (370-347) a) (369-362, de los 56 a los 63 años): Revisión crítica de la teoría de la Ideas y de algunas de sus consecuencias, aunque ello no signifique que sean abandonadas. Segundo (369) y tercer (361) viaje a Italia a la corte de Dionisio II, quien al poco tiempo rechazó su educación. - Parménides (Crítica de la teoría de las ideas)
- Teeteto (Sobre el conocimiento)
- Sofista (Lenguaje, retórica y conocimientos)
- Político (Sobre política y filosofía) b) (361-347, de los 64 a los 78 años): Creciente pesimismo de Platón, si nos atenemos al contenido de sus obras últimas, que ya en la fase crítica parecían inclinarse hacia el predominio de los elementos místico-religiosos y pitagorizantes de su pensamiento. - Filebo (El placer y el bien)
- Timeo (Cosmología)
- Critias (Descripción de la antigua Atenas, mito Atlántida...)
- Las Leyes (La ciudad ideal, revisión pesimista de la República)
- Carta VII (en esta carta Platón nos presenta su conocida y breve autobiografía)
TEORÍA DE LAS IDEAS
PLATÓN afirma que la posibilidad de un conocimiento verdadero apoyado en verdades absolutas hace necesaria la existencia de realidades inmutables ya que un conocimiento que tenga por objeto algo cambiante no es verdadero conocimiento.
Así es como plantea PLATÓN su teoría de las Ideas, que constituirá la base sobre la que se asienta toda su filosofía desde la física hasta la ética y la política pasando por la antropología y la teoría del conocimiento.
En las obras de PLATÓN nunca aparece la teoría de las Ideas desarrollada como tal teoría. En los primeros diálogos analiza algunas Ideas como las de "belleza", "valor", "virtud", etc., tratando de encontrar sus definiciones. En los diálogos del periodo de madurez alude a las Ideas como teoría fundamental de la escuela platónica que se da por sabida. Y en sus obras de vejez encontramos exposiciones críticas de la misma.
El “Mundo de las Ideas”, verdadera realidad
Tras las apariencias cambiantes de las cosas, PLATÓN va a esforzarse por encontrar una realidad absoluta cuyo conocimiento le parece necesario para dar una base sólida a la moral y a la política y escapar así al relativismo de los sofistas.
Esta realidad la situará PLATÓN en un mundo de esencias eternas, invisibles y dotadas de un modo de existencia diferente al de las cosas concretas. Se trata de un mundo de valores y de "modelos ideales", independientes de la opinión de los hombres, a los que llamará "Ideas" o "Formas", que se imponen a todo espíritu razonable y constituyen el objeto del conocimiento verdadero
Conceptos y características de las ideas
En sus escritos, PLATÓN se plantea una serie de interrogantes sobre las Ideas que no quedan plenamente resueltos aunque forman, sin embargo, el núcleo de su teoría. Entre otros, el concepto de Idea, su naturaleza, de qué cosas puede haber Ideas, cómo se relacionan con las cosas y cómo se accede a su conocimiento.
El concepto de Idea
PLATÓN parece entender siempre la Idea como forma única de algo múltiple. Sería el modelo arquetípico de una clase de objetos, por ejemplo, Idea de árbol, Idea de belleza. Cada una de ellas es una realidad única, eterna, inmutable, absoluta. No son de naturaleza material, pero tampoco puros conceptos mentales. Tampoco son cualidades propias de las cosas.
Esta forma de entender las Ideas le creará dificultades a la hora de explicar cómo se accede a su conocimiento. Tanto es así, que en uno de sus últimos diálogos, Parménides, llega a sugerir que las Ideas pudieran ser "pensamientos de la mente".
Tipos de Ideas y su jerarquización
En cuanto a qué tipos de Ideas puede haber, admite Ideas que son valores —justicia, bondad, belleza, etc.—, también otras que son formas matemáticas —igualdad, unidad, pluralidad, etc.— y, por fin, otras que son formas de cosas naturales —agua, fuego, hombre, etc.— aunque a veces duda de la existencia de éstas.
Para PLATÓN, las Ideas están organizadas jerárquicamente aunque establece distintas jerarquías entre las Ideas en función de los distintos puntos de vista desde los que enfoca la teoría. Así, en La república, la Idea de "Bien" aparece como la suprema. Las demás ideas propone Platón que se jerarquizan de la siguietn forma: primero las idea de valores, luego las matemáticas, y por último las ideas de las cosas materiales.
La teoría de las Ideas permite a PLATÓN construir, por una parte, una teoría de lo que hoy consideraríamos "valores" y, por otra, una interpretación del universo (cosmos*) como la realización de un orden ideal, que plasma el demiurgo (genio ordenador) de acuerdo con las Ideas, como nos cuenta en el Timeo. En él se narra el proceso de fabricación del mundo y las dificultades que el "hacedor" encuentra para plasmar las Ideas en la materia por la resistencia que ésta ofrece. A esto se atribuye la imperfección que se encuentra en el mundo sensible.
Relaciones entre el mundo sensible y el mundo inteligible
Para PLATÓN hay dos mundos, el mundo inteligible, de la verdadera realidad, el de las Ideas, y este mundo en que vivimos, mundo sensible que es, a su vez, un reflejo del mundo de las Ideas.
Una relación entre ambos mundos podemos encontrar en el video que está colgado de este mismo blog.
Platón concibe al hombre como un ser dual, compuesto por alma y cuerpo. Es decir, Platón tiene una visión bipartita del ser humano. Además, considera al cuerpo como inferior al alma, dándole poca importancia y presentándolo siempre con connotaciones negativas, llegando a llamarlo la “cárcel del alma”.
Por otro lado el alma, según Platón, debe liberarse de tal prisión, y lo logrará de acuerdo al género de vida que el hombre lleve en este mundo.
El alma es preexistente, es decir, existía en el Mundo de las Ideas antes de que el hombre se encuentre en este mundo material y terreno; y es inmortal, es decir, seguirá existiendo aún después de que el hombre muera.
La unión entre el alma y el cuerpo es meramente accidental (lo contrario a esencial) y solo por algún tiempo, ya que el cuerpo es mortal y el alma no. Mientras el hombre viva en esta tierra el alma estará encarcelada al cuerpo, y estará condicionada en su actividad cognoscitiva (es decir, en la manera como llega a conocer las cosas) a las características limitantes de dicho cuerpo.
Platón distingue tres partes en el alma: el alma concupiscible, el alma irascible y el alma racional. Estas tres partes luchan entre sí y representan – respectivamente – aspectos distintos de la psicología humana: los apetitos[1], las pasiones nobles y la razón.
El alma racional es la más propiamente humana, y es inmortal, como se ha dicho antes. Mientras esté encarcelada en el cuerpo será infeliz. El alma encarcelada va sufriendo encarnaciones sucesivas (metempsicosis[2]) y sólo se liberará de este mundo material cuando llegue a contemplar con claridad el Mundo de las Ideas, que es la verdadera realidad, llegando así a liberarse de la existencia material (recuérdese el Mito de la Caverna, cuando ejemplifica a uno de los encadenados que se libera, saliendo de la caverna para contemplar el mundo exterior).
«Los que se han purificado de un modo suficiente por la filosofía viven completamente sin cuerpos para toda la eternidad, y llegan a moradas aún más bellas que éstas, que no es fácil describir, ni el tiempo basta para ello en el actual momento. Pues bien, ¡oh Simmias!, por todas estas cosas que hemos expuesto, es menester poner de nuestra parte todo para tener participación durante la vida en la virtud y en la sabiduría, pues es hermoso el galardón y la esperanza grande». (Platón: Fedón, 114c)
¿Cómo entonces vino el alma a terminar en este mundo material si antes se encontraba en el Mundo de las Ideas?
A través del Mito del Carro Alado, expuesto en el diálogo “Fedro”, Platón explica la división del alma y cómo esta vino a encarnarse en este mundo material: el alma humana es un carro tirado por dos caballos de los cuales uno es dócil y el otro difícil de conducir. El primero representa al alma irascible, el segundo el alma concupiscible. El auriga (cochero) que conduce el carro representa el alma racional. El carro recorre el cielo, pero como conducirlo resulta difícil al auriga debido a la influencia del caballo malo y rebelde (alma concupiscible, la de las tendencias más básicas del ser humano), el carro completo puede caer desde el cielo (el Mundo de las Ideas) hacia la tierra (el Mundo Material). Cuando esto ocurre el alma termina aprisionada al cuerpo.
El alma se encarnará en distintos tipos de cuerpo de acuerdo con el mayor conocimiento que haya logrado obtener del Mundo de las Ideas durante su vida terrenal, hasta liberarse de este mundo. De este modo, Platón relaciona la liberación del alma con el nivel de conocimiento que obtiene del Mundo de las Ideas.
Preguntas:
¿Por qué dice Platón que debemos participar durante la vida en la virtud y en la sabiduría?
Describe las características del alma según Platón.
Según Platón, ¿de qué modo el alma podrá liberarse de este mundo material?
[1] Los apetitos son todas las tendencias primarias de la naturaleza humana (hambre, sed, deseo sexual, etc.). Las pasiones nobles corresponden a emociones de mayor dignidad como la valentía, la fortaleza, la ira, la nobleza, etc. La razón es la capacidad intelectual del hombre. Platón asigna a cada una de estas partes un lugar en el cuerpo: la parte racional a la cabeza; la parte irascible al pecho y la parte concupiscible al vientre, y les asigna también una virtud propia, que son, respectivamente: la prudencia, la fortaleza y la templanza.
[2] Metempsicosis: Creencia en la transmigración de las almas en reencarnaciones sucesivas. A pesar de que como término específico aparece sólo en el siglo I, esta creencia es antiquísima y se halla en numerosas religiones orientales y filósofos antiguos. Esta creencia implica un marcado dualismo psico-físico, ya que el alma es la que va animando diversos y sucesivos cuerpos. En la mayoría de sus versiones se afirma que las características de las reencarnaciones sucesivas dependen del comportamiento que haya tenido el alma en sus vidas anteriores.
Introducción
Sócrates, interesado como los sofistas por la conducta práctica, rehusaba admitir la idea de que la verdad sea relativa, de que no haya ninguna norma fija ni ningún objeto estable del conocimiento. Tenía la convicción de que la conducta ética se ha de basar en el conocimiento y, asimismo, la de que este conocimiento que sirva de base a la acción debe ser un conocimiento de valores eternos, no sujetos a las variables y cambiantes impresiones de los sentidos o de la opinión subjetiva, sino idénticos para todos los hombres y para todos los pueblos y todas las edades. Platón heredó de su maestro esta convicción de que es posible el conocimiento, entendiendo por tal un conocimiento objetivo y universalmente válido; pero quiso demostrarlo teóricamente –cosa que no hizo su maestro–, y así se metió de lleno y con profundidad en los problemas del conocimiento, preguntándose por su naturaleza y objeto.
Ejercicio de aprendizaje
«Siendo el alma inmortal, y habiendo nacido muchas veces y habiendo visto tanto lo de aquí como lo del Hades* (…), no hay nada que no tenga aprendido: con lo que no es de extrañar que también sobre la virtud y sobre las demás cosas sea capaz de recordar lo que desde luego ya antes sabía. Pues siendo, en efecto, la naturaleza entera homogénea, y habiéndolo aprendido todo del alma, nada impide que quien recuerda una sola cosa (y a esto llaman aprendizaje los hombres), descubra él mismo todas las demás, si es hombre valeroso y no se cansa de investigar. Porque el investigar y el aprender, por consiguiente, no son en absoluto otra cosa que reminiscencia».
* Entiéndase “Hades” como el mundo espiritual, el Mundo de las Ideas.
A partir del texto, contesta:
1. Según Platón, ¿qué significa “aprender”? Es decir, ¿cómo el ser humano obtiene el conocimiento de las cosas?
2. ¿Qué relación existe entre la teoría del conocimiento (es decir, el concepto de aprendizaje) de Platón y la mayéutica de Sócrates?
El conocimiento intelectual
La teoría del conocimiento platónica está estrechamente ligada a su visión bipartita de la realidad: un Mundo Material y un Mundo de las Ideas. En consecuencia, Platón afirma la existencia de dos tipos de conocimiento: el conocimiento sensible (mundo material, sensible) y el conocimiento intelectual (mundo de las ideas, inteligible).
Platón consideraba, basándose en Heráclito de Éfeso, que las impresiones sensibles de la realidad, al ser cambiantes, no podían ofrecer un conocimiento verdadero. Por otro lado, decidido a contradecir el subjetivismo y relativismo de los sofistas y afirmar la posición de Sócrates, desea demostrar que la ciencia no se reduce a sensaciones, sino que es posible conocer realidades absolutas e inmutables. Para Platón, ante las cosas sensibles, que son cambiantes (los árboles, las plantas, los animales, etc.) se encuentran las “relaciones”, mediante las cuales determinamos estas apariencias. Un ejemplo de dichas relaciones es la “relación de igualdad”, según la cual una cosa es igual a otra. Estas relaciones tienen una significación invariable, por lo cual pueden ser consideradas como realidades absolutas. Es decir, la idea de “igual” es siempre la misma: en cualquier caso que se presente, 2 será igual a 2, 4 será igual a 4 y 5 será diferente de 6. Esto de puede aplicar también a otras relaciones, como la cantidad (mayor o menor, menos o más). Esta es una prueba clara de la existencia de verdades absolutas.
El conocimiento de dichas relaciones no se obtiene por las sensaciones, sino por el pensamiento. Es por ello que son llamadas ideas “inteligibles”, y no sensibles. Son conceptos arquetípicos[1], que existen más allá del pensamiento y son captados por él, y que se encuentran en el “Mundo de las Ideas”, o mundo inteligible.
El conocimiento como recuerdo
En el Mito del Carro Alado Platón señala que el alma ha contemplado el Mundo de las Ideas antes de encarnarse. Cuando el alma cae hacia el mundo material, por la violencia de la caída y el cambio de situación, se olvida de todo lo conocido en aquél mundo arquetípico. Sin embargo, el olvido no es total ni definitivo. Cuando el ser humano entra en contacto con las cosas (que son reflejos de las Ideas) las sensaciones que experimenta al conocerlas (conocimiento sensible) le hacen “recordar” algunos aspectos de lo que contempló en el Mundo de las Ideas cuando allá se encontraba su alma. A este recuerdo llama Platón la “reminiscencia”. A través de las sensaciones no se conoce la verdad, pero son la ocasión para que el alma se despierte y vaya recordando la auténtica realidad que un día contempló.
Como hemos visto en el Mito de la Caverna, el conocimiento es una especie de “ascenso hacia el bien”. El hombre que conoce las realidades inteligibles, es decir, las Ideas, se libera de las cadenas que lo atan al error de pensar que las cosas materiales son la verdadera realidad, cuando no son más que simples sombras. El salir de la caverna es un ir ascendiendo hacia el conocimiento de la verdadera realidad, la que es inmutable, y en la cual se encuentra la idea primordial y más elevada: la Idea del Bien, representada en el mito por el Sol.
[1] Del griego arkhé (principio, origen) y typos (forma, molde): modelo originario. Según Platón, las ideas son los modelos originarios eternos o arquetipos de todas las cosas.
Entre las principales preocupaciones de Platón la política estuvo presente desde el principio. Platón desea proponer una reforma política, donde los intereses de grupo no prevalezcan sobre las necesidades del Estado. Para él, tanto la democracia como la tiranía son la causa de los males de Atenas, y estos a su vez, resultado del relativismo y escepticismo de los sofistas. Por ello Platón desea fundamentar el gobierno de la polis sobre el “orden eterno del ser”, es decir, sobre verdades absolutas.
Organización social y justicia
En la República, una de las obras más importantes de Platón, este expone su concepción de la organización social y política. Para ello comienza partiendo de una definición de justicia: “dar a cada uno lo suyo”. Sin embargo, Platón considera dicha definición como insuficiente, y comienza a buscar una definición satisfactoria de “justicia”, una definición que pueda responder a las necesidades del hombre y de la ciudad.
Así, analizando la ciudad, se da cuenta de que ella existe para ayudar al hombre a satisfacer sus necesidades, ya que este no lo puede hacerlo completamente por sí solo. Y para que la ciudad pueda funcionar, cada hombre debe desempeñar su propia función. Así, Platón va avanzando hacia una nueva definición de justicia: “hacer cada uno lo suyo”. Ahora bien, ¿qué es esto que debe hacer cada uno?
Para definir las funciones de cada cual en la Polis, Platón propone una organización social que se relaciona con su teoría sobre el alma humana: de la misma forma que el alma tiene tres partes, la polis debe tener tres partes.
Las tres partes en las que estructura la polis son: productores (campesinos, artesanos y comerciantes); guardianes (guerreros) y gobernantes (filósofos).
Cada clase social está relacionada con una parte del alma, ya que según Platón, en los productores predomina el alma concupiscible; en los guardianes el alma irascible; y en los gobernantes el alma racional. No significa, obviamente, que los miembros de una clase social solo tengan una parte del alma, sino tan solo que, teniendo las tres, una es la predominante.
Para Platón, entonces, los roles sociales deben ser asumidos según las características psicológicas de las personas, de modo que se ubiquen en una de las tres clases.
Del mismo modo, Platón propone que a cada uno de estos grupos sociales corresponde la práctica de una virtud particular. La prudencia sería la virtud de los gobernantes, en quienes predomina el alma racional. La fortaleza sería la virtud de los guerreros, en quienes predomina el alma irascible. Y la templanza sería la virtud de los productores, en quienes predomina el alma concupiscible.
La justicia, que junto con la otras tres completaría el cuadro de las 4 virtudes cardinales[1], surge cuando las tres primeras se encuentran en perfecta armonía y es la reguladora de las relaciones entres los individuos y las clases sociales en el estado. Y ¿cómo regula dichas relaciones? Como ya lo hemos dicho al señalar la nueva definición que propone Platón a la justicia: garantizando que cada uno haga lo suyo, es decir, lo que le toca.
Sigue un cuadro que relaciona la psicología, la política y la ética en Platón:
[1] Las virtudes cardinales son el nombre que da el cristianismo a esta organización de virtudes propuesta por Platón. La prudencia es la capacidad de discernir y distinguir lo que es bueno o malo, para seguirlo o huir de ello; la fortaleza es la capacidad e vencer el temor y disponerse a acometer tareas difíciles; la templanza es la capacidad de moderar los apetitos y el uso excesivo de los sentidos, sujetándolos a la razón. La justicia es definida por Platón como “hacer cada uno lo suyo”. En el cristianismo se la define como “dar a cada uno lo suyo”.
PLATÓN dedica una gran parte de La república a analizar las aptitudes naturales y a tratar el problema de la educación de los guardianes, así como de la de los gobernantes, porque de estos dos grupos dependerá principalmente el buen funcionamiento de la ciudad.
La educación de los guardianes
Los guardianes deben tener un régimen especial de vida: se alojarán separados del resto de los ciudadanos; no poseerán riquezas propias, ni tampoco vivienda privada, ni familia, ni mujeres en régimen de matrimonio monogámico permanente. Cuando se unan con mujeres, éstas serán de su misma clase, y se preservará la pureza del grupo controlando la descendencia con medidas eugenésicas, es decir, haciendo que los individuos del grupo mejoren desde el punto de vista biológico: evitando que tuvieran descendencia los individuos más débiles y defectuosos, según el modelo espartano.
No teniendo nada propio, la clase de los guardianes estará en mejores condiciones para cumplir su papel de exclusivos servidores de los intereses de la República.
La educación de los gobernantes
Los gobernantes proceden de la clase de los "guardianes" o guerreros. Se seleccionan entre los mejores guardianes. Su procedencia y selección, así como su educación ocupan el centro de sus preocupaciones, ya que la única justificación válida para llegar a ser gobernante es la de contarse entre los mejores o los más sabios.
PLATÓN establece, pues, una relación entre "saber" y "derecho", e incluso "deber", de gobernar. La clase gobernante es una especie de aristocracia basada en la capacidad intelectual y en la preparación científica. El filósofo-gobernante debe practicar la dialéctica, que es el método para alcanzar el grado supremo de saber en la jerarquía del conocimiento. Pero previo al estudio de la dialéctica, el filósofo debe estudiar las ciencias que PLATÓN considera fundamentales, algunas de las cuales forman parte de la preparación de los guerreros o guardianes: gimnasia, música, cálculo, aritmética, geometría y astronomía.Estas ciencias conducirán al alma hasta la dialéctica, que el filósofo debe alcanzar no sólo para disfrute personal, sino con el fin de devolver como gobernante el cuidado y la educación que la ciudad le ha proporcionado. Porque sólo el filósofo reúne las cualidades necesarias para el buen gobierno de la ciudad.
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